MUNDOS DIMINUTOS. UNA SERIE DE NATURALEZA
En 2008 estrenamos nuestra serie Mundos Diminutos en Televisión Española (posteriormente fue reemitida en otras dos ocasiones en 2010 y 2012). No era nuestra primera serie, ya habíamos producido otra titulada Ven con nosotros que se había emitido en diferentes países europeos a través del antiguo Canal Satélite Digital. Sin embargo, para nosotros, la serie Mundos Diminutos sí que fue la que marcó un punto de inflexión en nuestro trabajo, o quizás más concretamente en la visión que el público en general tiene sobre él.
Un poco de historia a grandes saltos.
Los documentales y series
de naturaleza producidas hasta esa fecha trataban (salvo alguna excepción) la
naturaleza visible a simple vista. Unas producciones lo hacían desde el enfoque
adaptativo, es decir, mostrando las adaptaciones de los seres vivos al entorno
en el que viven, y otras lo enfocaban desde un punto de vista etológico, esto
es, estudiando el comportamiento (casi exclusivamente animal). Entre las
primeras cabe destacar algunas producciones de la BBC como “The living planet”
(El planeta viviente) o “Trials of
life” (La vida a prueba), presentadas
por David Attenborough y producidas con el magnífico despliegue de medios que
caracteriza a las producciones de naturaleza de la BBC.
Pese a su aparente
vocación integradora, prácticamente ninguna de esas series ni documentales
alcanzaba a penetrar en la base del funcionamiento de todos los ecosistemas del
planeta, esto es, ninguna descendía en la escala por debajo del tamaño de
pequeños insectos como las hormigas o los pulgones, tamaños accesibles mediante
las ópticas de macrofotografía.
Un magnífico a la vez que
sorprendente (en su momento) ejemplo de ese tipo de trabajos que mostraron
algunos detalles de los ecosistemas mediante la macrofotografía es
“Microcosmos: Le peuple de l’herbe” (Microcosmos),
dirigida por Claude Nuridsany y Marie Pérennou y producida por Jacques Perrin en 1996.
Parecía que la
macrofotografía era el límite visual aceptable para que una producción se
considerase “de naturaleza” y, en consecuencia, pudiera ser emitida por un
canal de televisión dirigido al público en general. Producciones alemanas,
inglesas e incluso españolas que descendían por debajo de ese límite visual
dejaban de considerarse “de naturaleza” y pasaban a ser clasificadas como
“científicas”, por lo que no parecía aceptable o recomendable su emisión por
los canales de televisión.
Entre los productores de
este tipo diferente de imágenes destacó Oxford Scientific Films, una productora
inglesa que alcanzó un extraordinario nivel en la utilización de las técnicas
de la fotomicrografía pero que finalmente abandonó esa línea de producción
(seguramente debido a las exigencias del mercado televisivo).
En 1989, Joaquín Araújo
dirigió el programa piloto de la serie titulada “Ciencia y Vida” con la
asesoría científica de Ramón Margalef y Jorge Wagensberg y en cuya producción
participé como naturalista de campo, pero Televisión Española decidió cancelar
la producción de la serie y el proyecto quedó solo en eso, en el programa
piloto. Una oportunidad perdida.
Así que hasta inicios del siglo xxi no había ninguna serie con una clara
vocación ecológica que intentase mostrar las relaciones que existen entre los
componentes de los ecosistemas a todos los niveles.
Y “Mundos Diminutos”
intentó cubrir ese hueco.
Los orígenes de la idea
Durante los veranos de
1979 y 1980 tuve la fortuna, y el privilegio, de asistir a los campamentos de
rodaje de la serie El Hombre y La Tierra.
Durante el primer verano,
por las mañanas, trabajé como peón de albañil integrado en una de las
cuadrillas del ICONA en Tamajón (Guadalajara), para construir los grandes
cercados en los que se iban a instalar algunos de los animales más grandes
(lobos, corzos, ciervos, etc.) en las inmediaciones del pueblo de La Vereda. Y
por las tardes trabajaba con el herrero del pueblo, que era el encargado de
construir los grandes cuadros de malla con los que se construyeron los cercados
menores. Además, acompañé a los equipos de filmación de la serie en algunas de
las salidas e incluso pude estar durante una jornada de montaje en los estudios
Roma, en Madrid.
Durante el segundo de
esos veranos, ya desparecidos Félix, Roa y Alberto Mariano, y tras haber
surgidos algunos problemas con los dueños de La Vereda, el campamento se había
trasladado a una de las colas del embalse de El Vado, cerca de Tamajón. Allí
pasé todo el tiempo encargado del mantenimiento de los animales, los linces Che
y Martina, el famoso ocelote de Félix, el águila real Gala y los lobos (algunos
de los cuales seguían ocupando los grandes cercados de La Vereda), entre otros
muchos de los protagonistas de las historias de El Hombre y La Tierra. Además,
pude coincidir allí con Carlos Sanz, el especialista en lobos, con Manolo “el
Hormigo” y con algunos equipos de filmación, entre ellos el formado por el
operador de cámara Julián Arreo y su ayudante “el Drili”.
Cuento esta breve nota
autobiográfica porque creo que es importante para entender el posterior
desarrollo de la idea de Mundos Diminutos, ya que fue por aquél entonces (yo
tenía 17 años) cuando me di cuenta de que en todo aquello faltaba algo.
Se alimentaba a los
desmanes y a los mirlos acuáticos con larvas de tricóptero, y a los martines
pescadores con alevines de trucha, pero ni se estudiaba ni se filmaba a sus
presas. Se filmaba la pollada del abejaruco en el nido subterráneo y se
comentaba la gran cantidad de animalillos que se alimentaban del “colchón” de
excrementos y restos que cubrían el suelo del
nido, pero no se mostraban ni se estudiaban.
Fue entonces cuando
empecé a pensar que quizás estaría bien descender a esos niveles (sin abandonar
los anteriores) y mostrar todo eso, es decir, mostrar las maravillosas y
complejas relaciones que se establecían entre todos esos orgasnismos, los que se
veían en las imágenes y los que no se veían.
Aquella idea inicial fue
el germen de lo que muchos años más tarde (26 años más tarde) se convirtió en
la serie Mundos Diminutos.
En 1998, en mi productora
Altollano Producciones, que fundé con mi amigo y entonces socio Javier Bueno,
iniciamos la producción de una serie de documentales cortos de 10 minutos de
duración, titulada “Ven con nosotros”. La serie acabó siendo una coproducción
con la productora francesa Multithematiques, que la emitió en seis países europeos
a través de la plataforma Canal Satélite Digital.
Uno de los capítulos de
esa serie se titulaba “Ven con nosotros… al mundo más pequeño”, y fue la
primera vez que incorporamos (no sin ciertas dudas por su posible rechazo por
el público) imágenes de organismos microscópicos a un documental de naturaleza.
El resultado fue
esperanzador. Los positivos comentarios sobre las imágenes de microscopía que
nos enviaron algunas de las personas que vieron la serie nos hicieron pensar
que era posible incorporarlas a las producciones sin generar rechazo.
Casi al mismo tiempo
comenzamos a producir algunos cortitos sobre el mundo microscópico para el
programa “El medi ambient” de TV3 (la televisión pública de Catalunya),
dirigido por Xavier Duran, y parecía que eran bien aceptados por el público.
Con esas experiencias
creí que podía haber llegado el momento de producir una serie en la que el
mundo microscópico se mezclase con el mundo natural que estamos más
acostumbrados a ver para poder mostrar las profundas relaciones de
interdependencia que existen entre todos los integrantes de la biocenosis (la
parte viva) de todos los ecosistemas.
Y nació el proyecto
“Mundos diminutos”.
Historias de pre-producción
Durante alrededor de
cinco años me dediqué a “coleccionar” imágenes a través del microscopio.
Amebas, rotíferos,
paramecios, algas microscópicas, larvas microscópicas de insectos… Todo
organismo que aparecía en las muestras que recogía en diferentes localizaciones
y que fuera susceptible de ser grabado en vídeo con la cámara Betacam con la
que trabajaba entonces quedaba registrado y archivado.
En total fueron alrededor
de 20 horas de grabación de imágenes microscópicas entre las que se encontraban
procesos de alimentación, reproducción y locomoción de una gran cantidad de
especies microscópicas de agua dulce, de agua salada, de lagunas, de ríos, del
mar, del suelo del bosque…
Con todo ese material
grabado, y con muchísimo más material de fauna y flora no microscópica entre la
que se encontraban especies tan singulares y emblemáticas como el desmán de los
Pirineos (ahora desmán Ibérico), decidí que era el momento de producir la serie
que tanto tiempo llevaba ideando.
Y comencé la escritura de
los guiones y la edición. Bueno, y también la búsqueda de financiación.
Todas las grabaciones las
había financiado yo personalmente y había conseguido una carta de compromiso
(antes funcionaba así) de TVE comprometiéndose a emitir la serie cuando la
tuviera terminada. Eso aseguraba la pantalla a cualquier posible patrocinador,
de manera que con un tráiler de la serie, la carta de TVE y todo el ánimo del
mundo me puse a buscar patrocinadores para la serie.
Durante tres largos años
estuve enviando sinopsis de la serie y contactando con los departamentos de
márquetin de un montón de empresas y compañías tanto vía telefónica como
mediante correos electrónicos, con un resultado absolutamente desalentador.
Nadie, ninguna de las empresas con las que contacté, quería aportar fondos a la
producción de la serie.
Por fortuna, la marca
Olympus (no quiero que parezca publicidad, pero es la realidad) me ofreció,
gracias a la intervención de Félix Huete, un equipo completo de su recién
creado sistema 4:3 de fotografía digital y la posibilidad de cederme un
microscopio de alta gama para obtener algunas imágenes con mayor calidad que
las que estaba obteniendo yo con mi antiguo microscopio PZO.
Curiosamente, ese equipo
fotográfico de Olympus, que estaba formado por su mítica E-1 y algunos
objetivos Zuiko (todavía tengo ese equipo funcionando), tuvo una enorme
incidencia en que la serie viera la luz en 2008, y no por permitirme obtener
mejores imágenes de microscopía para la serie sino por las fotografías que
empecé a hacer con él.
Como había planteado la
serie como un recorrido por diferentes ecosistemas, se me ocurrió pensar que
quizás algunos de los espacios naturales representativos de dichos ecosistemas
podrían estar interesados en colaborar con la producción si les ofrecía la
posibilidad de aparecer en pantalla, es decir, que alguna de las presentaciones
del capítulo correspondiente a ese ecosistema se grabasen en su espacio natural. Y así fue. La Reserva de la Biosfera de
Urdaibai, en Euskadi, quiso participar de en la producción del capítulo
dedicado a las playas, y la Diputación Provincial de Soria, a través del
CESEFOR (Centro de Servicios y Protección Forestal y de su Industria de
Castilla y León) decidió participar en la producción del capítulo dedicado al
suelo del bosque.
Grabación en Urdaibai con Aurelio Pérez y Jesús Rodríguez |
Cuando ya tenía casi
completamente editada la serie, volví a hacer una ronda de contactos con
algunas de las empresas e instituciones con las que ya había contactado
anteriormente y que, pese a no haber conseguido convencer de su participación
seguía albergando alguna esperanza. Así fue cómo la entidad organizadora de la
ExpoZaragoza 2008, dedicada al agua, me propuso mantener una última reunión
para estudiar el tema.
Y aquí es donde he de
retomar mis referencias al equipo de fotografía digital que me proporcionó
Olympus, pues fue determinante para que, finalmente, la ExpoZaragoza 2008 se
quisiera implicar en la serie.
Con ese equipo comencé a
hacer fotografías a través del microscopio ya que la fotografía digital me
permitía una mayor libertad de acción que la analógica, además de que suponía
una tremenda reducción en los costes. Y algunas de esas fotografías fueron
publicadas en la revista National Geographic España gracias a la intervención
de Eva van den Berg, que en aquél momento era redactora de la misma y conocía
mi trabajo. El artículo, de 16 páginas, apareció con el título de Mundos diminutos en el número de abril
de 2006 de la revista con texto de la propia Eva.
Ese mismo mes (abril) de
ese mismo año (2006) fue cuando los responsables de comunicación y márquetin de
la ExpoZaragoza 2008 me pidieron que me desplazase a Zaragoza para mantener la
que yo pensé que sería la última reunión sobre el tema de su participación en
la serie. Cuando llegué a Zaragoza pasé por delante de un quiosco de prensa en
cuyo escaparate había varios ejemplares de la revista de ese mes, y como los
dos ejemplares que me había enviado la propia revista eran pocos para regalar a
los amigos, compré alguno más y los eché a la cartera. ¡Magnífica decisión!
Durante la reunión con
los responsables de la ExpoZaragoza 2008 surgió el tema de la estética de las
imágenes de microscopía, y como me resultaba muy difícil explicarlo con
palabras se me ocurrió sacar uno de los ejemplares de la revista y enseñarles
el reportaje publicado. ¡Ese fue el detalle definitivo para convencerlos! El
hecho de que una revista del prestigio de National Geographic me hubiera
publicado un artículo tan largo y con tantas fotografías acabó de convencerlos
de que participar en la serie podía ser algo interesante, por muy rara que les
pareciera la idea. Supongo que pensaron que si a National le había parecido
interesante, seguramente lo sería, aunque no acabasen de entenderla del todo.
Y así fue. En agosto de
ese mismo año se firmo el convenio de colaboración en el que se establecía que
la serie, además de ser emitida por TVE en 2008, sería proyectada en el cine
Fluvi (el cine ubicado en el recinto de la exposición) durante todo el tiempo
que durase la ExpoZaragoza 2008.
Vamos con la producción
Como ya he comentado
algunos párrafos antes, yo tenía ya un nutrido archivo de imágenes tanto de
organismos microscópicos como de fauna y flora “convencional”, y con todo ese
archivo podía montar el cuerpo de cada uno de los capítulos de la serie sin
mayores problemas.
Pero había una
dificultad.
La serie iba a tratar un
tema que podía ser complicado para un público mucho más acostumbrado a ver
animales grandes, así que pensé que quizás sería interesante que alguien
hiciera de guía, que condujese al espectador a través del viaje imaginario que
íbamos a hacer en cada uno de los capítulos desde los grandes animales hasta
los habitantes microscópicos con los que comparten el ecosistema.
Hacía falta un
presentador.
Y entonces surgieron las
dudas. ¿Quién podía ser el presentador? ¿Quién se iba a atrever a poner en
juego su prestigio con una producción cuyo éxito era más que dudoso?
Barajé diferentes
opciones que no citaré aquí por no herir susceptibilidades, pero sí quiero
destacar una anécdota surgida a este respecto en una de las conversaciones que
mantuve en busca de financiación con una importantísima empresa española de la
que tampoco diré el nombre.
Cuando comenté con el
responsable de márquetin de dicha empresa la posibilidad de incorporar un
presentador a la serie su contestación fue (y lo escribo literalmente): “Si me
traes a Leticia te doy la pasta que quieras”. Espero que nadie se sienta
ofendido por estas palabras, yo lo único que hago es transcribirlas aquí, no
las pronuncié yo, aunque yo sí que me sentí ofendido en ese momento, quizás por
el tono en el que fueron pronunciadas. Supongo que dicho interlocutor tenía en
mente la producción relativamente reciente de una serie titulada “La España
salvaje”, dirigida por Borja Cardelús, en la que aparecía el entonces príncipe
Felipe.
Pero nada más lejos de mi
intención que incorporar ese tipo de presentadores a la serie, y no por nada
especial, sino porque consideraba que el presentador debía de ser alguien que
conociera el tema del que se iba a hablar y que, además, se apasionase con el
proyecto.
Tras muchas horas de
darle vueltas al asunto, tras muchas conversaciones con amigos y colaboradores,
la decisión final fue “la menos mala” que se nos ocurrió: ¡el presentador iba a
ser yo!
Una vez tomada la
decisión la comenté con Julio de Benito y con una colaboradora suya en el Área
de Naturaleza de Televisión Española, Mónica Lázaro. Sorprendentemente para mí,
no pusieron objeción alguna, les pareció estupendo.
Así que con más osadía
que vergüenza (y eso que la vergüenza era mucha) me atreví a grabar las
presentaciones de cada uno de los capítulos de la serie en las diferentes
localizaciones.
En mi ayuda vinieron dos
grandes amigos, José Luís Calvo Ruibal y Jesús Rodríguez Montero, excelentes
naturalistas y operadores de cámara, que habían creado una productora llamada
Objetivo Verde con base en Plasencia (Cáceres) y con los que habíamos
colaborado en alguna ocasión durante la grabación de alguno de los documentales
que habíamos producido para el Parque Regional de la Sierra de Gredos.
Grabación en el río Jerte. José Luís Calvo y Jesús Rodríguez |
Ellos fueron los que me acompañaron a todos los entornos en los que se grabaron las presentaciones de los diferentes capítulos de la serie, y que debido a su generosidad, incluso aportaron algunas espectaculares imágenes de fauna a alguno de los capítulos.
Grabamos algunos planos para el capítulo de los ríos con la barca hinchable del hijo de Jesús en el río Jerte, cerca de Plasencia. Y como podréis comprobar si veis el primer capítulo se “empaparon” literalmente del espíritu de la serie.
Grabación
en el río Jerte con Jesús Rodríguez |
|
Aurelio Pérez, Vicente Galindo y Julio de Benito |
Cada semana iremos
subiendo uno de los capítulos de la serie a nuestro canal de YouTube SCIENCE INTO IMAGES. De momento solo está disponible el primero de
ellos titulado “Mundos diminutos” en el que hacemos un breve repaso por el
contenido de la serie así como por algunos detalles de su producción, pero
durante esta semana publicaremos el segundo capítulo, titulado “Entre la
arena”.
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